Blog

Ser-Hacer-Tener: Rompiendo paradigmas

Rompiendo-paradigmas
Publicaciones

Ser-Hacer-Tener: Rompiendo paradigmas

Hace pocos meses decidí realizar un programa de liderazgo con mis colaboradores de la empresa.
Nunca lo había hecho, a pesar de haber creado el programa hace más de tres años (realizándolo externamente); y me animé a ponerlo en acción con la finalidad de integrar al equipo (formado principalmente por mujeres), de conocerlos un poco más de lo que creía conocerlos (que yo pensaba era bastante) y de brindarles herramientas de liderazgo que los apoyasen para su labor en la empresa y en general, para la vida.

Al momento de escribir estas líneas ya hemos llevado a cabo siete de las nueve sesiones programadas y la experiencia que, como facilitador del proceso y de las sesiones, he vivido supera ampliamente cualquier expectativa que pude tener previamente.

Una de las principales conclusiones a las que he llegado en estos casi dos meses transcurridos es que realmente no conocía lo suficiente a mi gente, a pesar que en algunos casos hay más de diez años trabajando juntos, bajo el mismo techo.

Y es que, las metas y responsabilidades, así como el día a día laboral que nos consume, nos puede llevar a no conectar con las personas que nos rodean en una oficina y que como cualquier ser humano tienen sueños, metas e ideales, así como penas, frustraciones y heridas del pasado.

¿Cómo puedo saber, como jefe, qué es lo mejor para alguien de mi equipo si no me he dado el tiempo y el trabajo de conectar con sus pensamientos, creencias, sentimientos y emociones?

¿Cómo podría reconocer un trabajo bien realizado por alguno de mis colaboradores si no tengo conocimiento de qué es lo que vale más para él o ella?  Para algunos puede ser un aumento de sueldo, para otros puede constituirlo un ascenso, o un día libre para poder compartirlo con su familia, o el reconocimiento público por su trabajo bien hecho ante sus demás compañeros.

Las personas somos diferentes y lo que a unos nos motiva y nos llena a otros puede que no.

Para ello entonces es vital poder darnos el tiempo para conocer mejor a las personas y para conectar con ellas y con sus corazones. Estoy seguro que los cambios que se pueden dar, a partir de ahí, pueden ser enormes dentro de una organización, generando confianza, empatía, integración y solidaridad, entre otros aspectos.  Tomémonos el tiempo para hacerlo siendo conscientes que detrás de cada integrante de nuestros equipos hay un ser humano con sueños, necesidades y problemas como los tiene cualquiera de nosotros.

No sé cómo acabe este proceso del que quedan dos sesiones y qué venga después, pero lo que tengo claro ahora es que mi conexión con cada uno de los miembros de mi valioso y poderoso equipo (del cual me siento orgulloso) está en un nivel superior y estoy seguro que esto repercutirá no sólo en su ¨camiseta laboral¨, si no sobre todo en su actitud ante la vida.

La primera ocurrió cuando asistí al cine, con uno de mis hijos, a ver una película que sabía que estaba nominada, pero no tenía idea de qué trataba, ni había leído, ni escuchado, crítica alguna sobre la misma. Sólo sabía su nombre:¨The Green Book¨. Y cuando terminó la película me dejó un sabor muy agradable, puesto que me gustó mucho, por su trama y por la interpretación de sus principales actores. ¿Qué había pasado? Llegué sin esperar nada y recibí mucho (a la postre sería la ganadora del Oscar a la Mejor Película).
Dos días después viviría otra experiencia cinematográfica pero con matices distintos. Me tocó ver la tan comentada ¨Roma¨. De esta había leído comentarios, tanto de críticos, como de amigos que, mayoritariamente, la recomendaban y desde ya, la catalogaban como seria favorita para arrasar con los premios de la Academia. Así que, con esa expectativa, estaba, un sábado en la noche, listo para ver el filme de Cuarón. Y para ser sincero, durante varios pasajes de la película me aburrí y casi me
duermo.
Quizás, con esto, me gane la crítica de quienes se sintieron contentos e impresionados al verla; y no dejo de reconocer que la película mexicana tuvo motivos para ser elogiada (la fotografía y los roles protagónicos, por ejemplo). Pero, al terminar de verla, quedó en mí una sensación de decepción. ¿Por qué? Por las expectativas que me hice.
Sri Chinmoy decía que ¨la paz comienza cuando terminan las expectativas¨ y es que el hacernos expectativas significa esperar algo, ya sea de una persona, o de un hecho. Y al ocurrir esto, nos condicionamos y seguramente estamos pensando más en el resultado que en la experiencia que estamos viviendo. Y obviamente, si la experiencia no responde a lo que esperábamos nos queda una sensación de frustración, desencanto o desilusión que empaña la experiencia.
Y eso te puede ocurrir tanto en el trabajo, como en una relación de pareja, un negocio, o con tus familiares y amigos. Vivimos esperando que lo que anticipamos que queremos que ocurra, se dé. Y eso, no solamente nos puede generar un alto grado de ansiedad, sino que además nos quita conexión o presencia activa con la experiencia que estamos atravesando. Estamos pensando más en lo que queremos que suceda que en lo que está sucediendo.
Así que lo mejor es no esperar, dejar las expectativas a un lado y dejarnos sorprender por lo inesperado. Cuando la sorpresa es positiva la sensación es deliciosa, tal como la sentí cuando en la noche de los Oscares: y contra todo pronóstico, The Green Book se llevó el premio más importante de la noche

Medio: Revistas Empresas & Eventos

TU CARRITO
//
Su carrito está vacío.
0
//